Mayor comprensión de la estrategia: Al diseñar un mapa estratégico, todos los directivos pueden comprender, con mayor detalle, cuáles son las variables críticas del negocio y cómo cada pieza crea valor. El mapa estratégico resume gráficamente gran cantidad de información del proceso de planeamiento. La lógica de causa y efecto permite comprender el impacto que tendrá cada decisión estratégica. Así, es posible prever, por ejemplo, el efecto que tendrá una iniciativa del Departamento de Producción sobre las demás variables del negocio.
Priorización de iniciativas: Dado que los recursos son limitados, una empresa no puede implementar todas las iniciativas que quiera. Así, el mapa estratégico permite priorizar aquellas con mayor impacto en la estrategia. De esta forma, el BSC ayuda a que el equipo directivo invierta los recursos donde mayores resultados producen.
Mayor consenso y compromiso: El método del BSC, al traducir todos los temas en un mismo lenguaje e incorporarlos dentro de un único mapa estratégico, genera mayor consenso y compromiso en el equipo directivo. El BSC es la estrategia de la empresa. Por lo tanto, todos los gerentes (sea cual fuere su especialidad) hablan el mismo idioma, el de la estrategia. Este foco en la estrategia permite romper con los clásicos silos funcionales que introducen desconexiones entre las áreas de la organización. En última instancia, lo importante no es tener las mejores prácticas de marketing o recursos humanos sino contar con las prácticas mejor alineadas con la estrategia que se decida ejecutar.
Alineamiento y motivación: Como se ha visto, el BSC conecta los objetivos estratégicos de la compañía con los objetivos de cada área y, finalmente, con los objetivos personales de cada colaborador. De esta forma, todos saben qué deben hacer para lograr los objetivos y de qué forma su trabajo cotidiano contribuye al éxito de la estrategia. Gracias al BSC, todos los miembros de la organización conocen las responsabilidades y roles de cada área. En Unilever de Argentina, por ejemplo, la tarjeta magnética de los repositores tiene impreso, de un lado, los cinco objetivos de su BSC personal y, del otro, los valores de la organización. Cada BSC personal está alineado con el BSC del área y este, a su vez, con el de la compañía. De esta forma, el mapa estratégico es una gran herramienta para comunicar la estrategia y movilizar a las personas. Sin un sentido de pertenencia que vincule a los empleados con el proyecto, probablemente la estrategia quedará sólo en una buena idea.